EL MASTÍN ESPAÑOL
Durante la Edad Media y Moderna
la economía española estuvo basada en el comercio de la lana. Desde
el siglo XII la producción aumentó continuamente, tanto en volumen
como en calidad, gracias a una nueva raza de ovejas, las merinas.
Enormes rebaños de merinas pasaban el invierno en zonas cálidas del
sur de España, trashumando a las montañas del norte en verano. La
aristocracia, principal propietaria de los rebaños, se agrupó en el
Honrado Concejo de la Mesta - fundado en 1273 y aún en
funcionamiento a principios del siglo XIX - para defender los
intereses de la ganadería ovina frente a la oposición de las
ciudades y la agricultura.
A cargo de esos grandes rebaños había no solo pastores sino
poderosos mastines. Estos frugales e independientes perros no solo
tenían un buen pelaje, capaz de soportar las más extremas
condiciones climáticas, sino que eran capaces de organizar una
defensa efectiva contra los depredadores y lo bastante grandes para
enfrentarse con éxito a los lobos.
En la literatura española, así como en pinturas - "Las Meninas" de
Velázquez son un ejemplo ilustre - hay numerosas referencias a
nuestro perro, generalmente con las orejas y la cola amputadas.
El ambiente del mastín es el aire libre, rodeado de ovejas, por
montañas y valles y un largo camino por delante. Era, y todavía es,
un perro de trabajo.
En 1946 la F.C.I. aprobó un prototipo racial que tomó como
referencia las medida biométricas de tres ejemplares procedentes de
la zona central de España. Este prototipo reflejaba un tipo de
mastín más ligero que el actual, habitual en la ganadería estante y
en caza mayor, de buena talla, patilargo y de un peso alrededor de
50 kilos.
En 1981 se aprobó un nuevo prototipo. Su principal objetivo fue
recuperar el mastín mucho más grande usado en la ganadería
trashumante. Estas líneas habían casi llegado a la extinción debido
al fuerte declive del número de lobos. Por otro lado, el tradicional
movimiento de rebaños - llamado trashumancia - había quedado
reducido a unos miles de ovejas trasladadas por tren desde las
montañas del norte a los pastos del sur. Así que el gran mastín
empezó a ser innecesario; se mataron muchos, algunos fueron
castrados y un puñado de ellos fue comprado por criadores
entusiastas que, guiados más por la pasión que por el conocimiento,
empezaron una crianza desorganizada.
En 1981 se fundó la Asociación Española del Perro Mastín Español (AEPME)
como club oficial de la raza. No fue fácil alcanzar un acuerdo sobre
el tipo de mastín a criar, aunque el prototipo aprobado era
suficientemente explícito. Se mantuvieron criando y asistiendo a
exposiciones los perros registrados según el antiguo prototipo
racial, por lo que la falta de uniformidad en el tipo y unas
estructuras con frecuencia defectuosas, eran la imagen habitual de
la raza.
Hoy, dos décadas más tarde, recorrido un largo camino. Se ha
conseguido una notable uniformidad tipológica, el movimiento ha
mejorado mucho y un nuevo Plan de Cría está dando sus primeros
pasos. Esperamos empezar el nuevo milenio ofreciendo al mundo canino
nuestra raza en todo su esplendor, con una crianza controlada y una
política de exportación cuidadosa.
Texto publicado en
http://www.aepme.org/
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